martes, 26 de mayo de 2015

Por qué deberías casarte con la persona con la que sueñas

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Últimamente he estado pensando mucho en los sueños. Parece que en los momentos más sensibles de mi vida, mis sueños son siempre mucho más claros e intensos. Cada vez que hago un gran cambio, experimento algo nuevo o estoy luchando con una decisión, mis sueños son muy reales.
Es como si todos esos pensamientos que no tengo tiempo para expresar o reflexionar salieran con toda su fuerza. Todo lo que no se dije o hice aparece en mi mundo secundario.
Sin embargo, tiene sentido. Sigmund Freud estudió los efectos psicológicos de los sueños y su relación con nuestro mundo consciente. A veces nos damos cuenta de sentimientos que no sabíamos que teníamos a través de los sueños.
Freud sugirió que si quieres entender lo que está pasando en el “mundo real”, debes estudiar lo que está sucediendo en tu inconsciente. Porque cuando soñamos, nuestra mente inconsciente toma el control. Actúa sobre los deseos y los impulsos. No presta atención a la lógica o la razón, sino a esos deseos más íntimos y a los impulsos más básicos. Los sueños representan los deseos y necesidades que ni siquiera nosotros sabemos que tenemos mientras estamos despiertos. Te muestran sus miedos y sus deseos – pero no necesariamente como esperas verlos.
Freud creía que nada de lo que hacemos se produce por casualidad. Cada acción y pensamiento está motivado por nuestro inconsciente en algún nivel. Estamos constantemente censurados por la sociedad y nuestro yo consciente necesita encajar en ciertos moldes e ideas de nosotros mismos. Esos deseos que reprimimos, sin embargo, deben salir en algún momento. Ese momento es, por lo general, en nuestros sueños.



Si tu pareja te está engañando en tus sueños, no significa necesariamente que él esté haciendo lo mismo en la vida real, pero sí significa que tú estás pensando en ello. Significa que estás molesto por eso – consciente o inconscientemente – a lo largo del día. Significa que algo está mal y hay que averiguar por qué antes de que tu relación llegue a un punto en el que ya no estés soñando con el término de tu relación, sino que estés viviéndolo.
Hay símbolos comunes en los sueños, como la pérdida de los dientes, lo que representa la represión y el miedo de estar solo. O el ahogamiento, que simboliza sentirse emocionalmente abrumado y agotado. Estos símbolos son estudiados para que podamos entender lo que nuestra mente está tratando de decirnos.
Si estás soñando con alguien, estás pensando en él. Y si estás reflexionando sobre esa persona, suspirando por ella y soñando con él inconscientemente entonces tal vez, sólo tal vez, debes tomártelo un poco más en serio y preguntarte por qué esa persona está ahí.
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Esa persona significa algo para ti

¿Por qué estás soñando con ese chico? Esta persona ha causado un impacto en ti. De alguna manera se la arregló para encontrar su camino hacia tu mente inconsciente y se ha sentado allí, a lo largo del día, mientras fingías preocuparte por otras personas y cosas.
Aparece en la noche cuando tu guardia está baja y tu mente inconsciente ya no se reprime. Él está ahí cuando te has quedado en tu forma más vulnerable, listo para interactuar contigo. Está ahí cuando estás cansado y sin inhibiciones, cuando estás solo y sin distracciones.
Así que cuando te despiertes preguntándote por qué demonios estabas soñando con él, piensa menos acerca de por qué y más sobre lo que vas a hacer al respecto.

Esa persona es tu sueño hecho realidad

Suena ridículo, pero sólo porque este tipo de amor se tergiversó en “Cenicienta” y “La Sirenita.” Puede que esta persona no sea tu amor de ensueño en el sentido físico. Puede que no mida 1,80 cm ni tenga los ojos azules pero, te guste o no, es que el hombre de tus sueños.
Él es la persona en la que estás pensando cuando tu mente inconsciente podría pensar en cualquier otra persona. ¡Cualquiera! Y escogiste a él.
Esto no es casualidad, es realidad. Si quieres vivir tu vida de ensueño, entonces intenta que el hombre de tus sueños sea alguien que puedas traer a la realidad.

No pases tu vida soñando

Nada va a pasar si no persigues a esa persona. Pero todo podría suceder si lo haces. ¿Por qué perder noche tras noche dejando que tu mente inconsciente desee a alguien cuando tienes el poder de perseguir a esa persona en el mundo real?
¿Por qué dejar que los sueños y pesadillas sobre esa persona sean tu única realidad? ¿Por qué ignorar las señales? ¿Por qué pretender que sólo porque esa persona está en tu mundo inconsciente, él o ella no significa nada, cuando en realidad, puede significar todo?
Si estás soñando con alguien, significa algo. Si no entiendes por qué esa persona se está apareciendo en tu inconsciente, piensa larga y detenidamente sobre lo que tu cerebro está tratando de decirte.

Para toda la gente que me pregunta por qué estoy bien después de mi ruptura

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Muchas veces es nuestra pareja quien termina la historia de amor. Nos dejan confundidas. ¿Hicimos todo mal? Nos culpamos una y otra vez de aquella noche en la que le hicimos una escena de celos y nos torturamos una y otra vez por otros pequeños errores. “Quizá, si no hubiera montado una escena aquella noche, seguiríamos juntos”.
¡Qué manera de quererte, mujer! Tenemos la capacidad para bajar nuestra autoestima al máximo. Incluso nos sentimos como “el problema”, locas, complicadas, y hasta feas. Pensamos que nosotras perdimos a alguien. Pero ¿sabes? Yo te voy a decir cómo se va viendo la fotografía después de un tiempo.
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Te vas dando cuenta que ¡NO!… Tú no eres el problema. Pudiste haber hecho escenas tontas de celos, reclamar cosas sin importancia y sacarle canas verdes, pero todas las mujeres somos complicadas y cada una tiene sus propias complicaciones, y si nos quieren en su vida, tienen que aceptarlo y hacernos sentir cada vez más seguras.
Acuérdate de que soportaste sus ataques de patán, sus “no quiero verte, estoy de mal humor”, sus “no te pude escribir en todo el día porque estaba muy ocupado” o aquella noche en la que te pusiste guapa sólo para él y ni siquiera te dijo “qué linda estás”. ¿Recuerdas cuando trataste al máximo de controlar tus impulsos, tus ganas de verlo, tus detalles y todo, sólo para no ser una molestia para él?

Entonces ¿qué hiciste mal? Nada. Hay hombres que simplemente no merecen a una mujer que los haga felices. Ellos sólo quieren a una amiga con derechos que no sea una carga. Y esos, amiga mía, no valen la pena.
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Así que volvemos a la pregunta que me hacen mis amigos: “¿POR QUÉ ESTÁS BIEN?”
Yo le respondo a él:
Porque me di cuenta que mientras tú retrocedes, yo avanzo. Mientras tú vuelves a tropezar con las mismas piedras, yo las evito. Estoy bien porque no sé el final del camino, pero sé que es el correcto. Porque aprendí a quererme y a estar feliz sola, conmigo misma. Y no pretendas que hable mal de ti nunca. Porque simplemente no hablo de ti. Me entero que fui para ti muy “complicada”, que por mi “culpa” te veías obligado a no hablarles a otras chicas (debería nacer de ti y no ser una obligación. Igual qué lindo que hables de mí, gracias).
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Gracias por cambiar el concepto que tengo de ti, ya que haces que pueda soltar el lazo mucho más fácil. Creo que de mis errores aprendí. Pero me da pena que tú no. Me da pena que gente que te aconseja tiene la mentalidad de un niño de 13 años, y más pena me da que sigas esos consejos. Me da pena que no tengas muchos amigos de verdad, que te celebren con likes cosas que no van.
Espero de corazón que pongas los pies en la tierra y empieces a caminar correctamente, y no hablo de valores, principios y modales, sino más bien de lo que es correcto para ti.
Estoy bien, porque me di cuenta del valor que tengo y que no mereces. Pero también, porque sé que al final, será lo mejor para los dos.
¡Te quiero siempre y te deseo lo mejor!

Lo que no éramos

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Perdona.
Perdona por haberme aferrado a la idea de que un “nosotros” tenía que ser sí o sí. Perdona por haber creído firmemente en la idea de que un “para siempre” podía ser nuestro apellido y perdona, sobre todo, por no haberlo podido cumplir.
Ayer vivía en un presente libre de pasado. Hoy vivo en un futuro muy distinto al que planeé. Un futuro en el que, de repente, no cabe tu nombre. Un futuro en el que muy lejos de coincidir con los sueños que tenía, me zarandea para que me ponga de nuevo en la posición de salida. Aquella en la que arrastrando lo que he aprendido, me permita reencontrarme con ella.
Con esa parte que perdí:
Yo.

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La misma que, a fuerza de quererte tanto, fue olvidándose de las reglas del juego. Aquellas en las que dabas para recibir y apostabas para ganar. Las reglas en las que invertías todo lo que tenías porque, creías, el riesgo de perderlo todo no entraba dentro de las posibilidades. Aquellas en las que endeudarte y que embargaran una parte de lo que eras no tenía lugar entre las alternativas.
Lo aposté todo. 
Puse todo lo que tenía en tus manos. Puse en ellas mis sueños contigo, un futuro a tu lado y el compromiso más importante de todos: un lucharé hasta el final. Un final que, por suerte o por desgracia, ha llegado para deshacer las expectativas que ya no estábamos cumpliendo. Porque no, ya no llegábamos a la altura de lo que un día fuimos, ni a la altura de lo que los dos nos merecíamos que fuera.
Lo siento.
Siento sentir aún tu último abrazo. Siento soñarte sin querer, despertarme con la respiración entrecortada, que se me desgarre el alma y que cada uno de tus recuerdos me arañe el corazón. Porque sí, ya me llegas en color sepia, difuminado en nitidez y provocándome suspiros cargados de algo muy diferente a lo que alimentaba los primeros que escuchabas cerca de tu oído.
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Pena.
La de que no haya podido ser. La de que nos mereciéramos algo mejor. La de que la felicidad no casara con nosotros y la de que todas nuestras virtudes no fueran suficientes para compensar lo que nos estaba pesando mucho más.
Lo que no éramos.
Y ahora, y comenzando a ser consciente de la suerte que he tenido de que aparecieras en mi vida, lloro cada recuerdo mientras me despido de ellos diciéndoles “me alegro de haberos vivido”. Porque sí, he tenido suerte. Suerte de haberlos coleccionado a tu lado. Suerte de haberlos sentido e, incluso, suerte de que a día de hoy puedan formar parte de mi memoria.
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Aunque duela.
Aunque duela tanto.
Porque cómo se supera. Cómo se supera un “no ha podido ser”. Cómo se supera lo que no hubieras querido tener que superar jamás. Superar un “lo dimos todo, pero no funcionó”. A ver, explícame cómo, porque yo quiero el atajo.
Quiero el atajo para dejar de sentir el dolor de la pérdida y, al mismo tiempo, la confusión de esta extraña recuperación. Quiero el atajo para volver a sonreír sin esforzarme y, sobre todo, el atajo para volver a estar a tu lado.
A tu lado pero esta vez, ya, sin que mi piel sea de tus manos. 

Para ti, el futuro amor de mi vida


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“Juro leerte esto cuando te conozca”.
Mi (futuro) amor:
Quiero que sepas que esto es nuevo para mí. Cada palabra, cara mirada, cada “te quiero”. Aún no son 100% parte de mi ser, pero a la vez salen de lo más profundo de mi corazón. Tengo años imaginando tu sonrisa, tu mirada, tu voz. Ahora sé cómo son y no sé que decir…creo que es amor, pero no estoy segura, no me había sentido así antes. Tengo miedo, no puedo decir que no, mi corazón esta viajando a mil por hora a lugares desconocidos, no sueltes mi mano, por favor.
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Quiero que sepas que nunca he amado, pero he querido y me han roto el corazón. He regresado en mis pasos para recoger los pedazos, los he vuelto a unir, y ahora te lo doy, con cicatrices, pero late por ti. Guárdalo sin miedo pero con cuidado. Sé que crees que soy fuerte porque ando sola por la vida, pero te confieso que por dentro soy arena…caigo para levantarme de nuevo. No dejo que nadie lo sepa. ¿Guardas mi secreto?
Soy una caja de sorpresas. Voy a querer escribirte muchas cartas, hornear pasteles, llamarte en la madrugada, sólo para escuchar tu voz…pero también voy a hacer cosas sin avisarte, y te pido disculpas, no estoy acostumbrada a que alguien esté pendiente de mí. Estoy aprendiendo a equilibrar de nuevo mi vida. Tu llegada es el terremoto más dulce, pero aun así, has desordenado algo dentro de mí, y estoy aprendiendo a vivir así.

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No sé discutir sin llorar, no sé ceder, nunca me he peleado con alguien tan importante como tú. Estoy loca, voy a gritar y hacer un berrinche, porque busco que me calles con un beso. Cállame y luego conversamos un acuerdo, pero primero bésame. Dame la mano al caminar, lo sentiré extraño pero me gusta.
Si algún día quieres llorar, hazlo, limpia el alma; jamás pensaré que eres débil; eres fuerte por mostrar tus lágrimas.
Dicen que lo bueno llega a los que esperan. Esperé bastante por ti y ya te encontré y tú me encontraste. Gracias por cruzarte en mi camino y no pasar de frente. Gracias por tu mirada, por tu corazón, por tu sonrisa. Iluminan mi vida más que un millón de estrellas. No soy cursi, creo que estoy enamorada de ti. Juro leerte esto cuando te conozca. Te quiero como siempre y para siempre.
Yo.

El dolor de enamorarse de alguien con quien nunca podras estar

A veces el amor es lo más hermoso del mundo. Otras es lo más horrible que hemos tenido que enfrentar en nuestra vida.
Cuando pensamos en el amor, pensamos en la parte feliz del sentimiento. Aquel que asociamos con el comienzo de algo hermoso. Algo que da vida.
Sin embargo, hay otro tipo de amor. Un amor mucho más oscuro y triste: el amor que se siente cuando uno ama a alguien que nunca tendrá.
Es el tipo de amor que podría haber sido hermoso, pero que nunca va a llegar a ser nada más de lo que es.
valor3El amor no siempre tiene final feliz.
Puede que ames a alguien con toda tu alma y que nunca tengas la oportunidad de estar con esa persona, o que sepas que no hay ninguna posibilidad de ustedes puedan estar juntos.
Lo cierto es que el amor no es suficiente. Todos esos cuentos de hadas, todas esas historias y películas que hemos visto y escuchado al crecer, son una mentira. 
Algunas personas simplemente no sirven para estar juntas. Hay hábitos o creencias que hacen que sea imposible estar con la persona a la que amas. No existe pareja que ame incondicionalmente cada aspecto de la otra persona.
No todas las personas saben comprometerse, incluso hay algunas que no son capaces de hacerlo. A veces simplemente no funciona, independientemente de lo que nuestras emociones nos digan. 
Sin embargo, hay casos en los que comprometerse no es suficiente.
A veces hay otras razones por las que dos personas no estarán juntas para siempre. De hecho, hay un factor decisivo para ver si dos personas podrán pasar el resto de sus vidas juntos: la capacidad de perdonar y olvidar. 
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El amor es una emoción sumamente intensa, y de vez en cuando nos lleva a tomar malas decisiones que pueden ser dañinas para los que amamos.
Pueden ser mentiras, cosas que hayamos dicho o que hayamos hecho. Cuando se trata del amor, nuestro pasado nos persigue. Pasamos de una relación a otra arrastrando todo lo que acumulamos en nuestras relaciones anteriores.
Las parejas que no funcionan juntas no les gusta aceptar este hecho. Tienen la tendencia de terminar y volver a estar juntos de forma repetitiva.
Cada vez que tratan de empezar de nuevo, siguen cargando con los problemas del pasado.
Cuando el amor deja huella, ésta es imborrable. Cuando haces mucho daño a alguien que amas, esa persona no volverá a ti. Nunca volverá a confiar en ti por completo.
Las relaciones se basan en la confianza y una vez que esta se daña, no hay vuelta atrás.
Lo más probable es que ambos tengan heridas que nunca han sanado por completo. Y probablemente nunca lo harán. Y es algo con lo que decidieron aprender a vivir, pero ¿por qué?
Tienen la esperanza de que un clavo pueda sacar al otro, y eso es algo absolutamente posible. Pero eso no quiere decir que dejarán de amarse. Algunas personas se amarán hasta el día de su muerte, y pasarán la mayor parte de su vida separados.
Así es el lado más oscuro del amor.

martes, 19 de mayo de 2015

Lo malo de que no haya cielo

Lo malo de que no haya cielo son los grandes corazones que, perdidos, quedarán sin recompensa.
Lo malo de que no haya cielo es que no habrá una ventana a los pies de las nubes para mirar y contemplar cómo, aunque quieren, no llegan aquellos que trepando sobre los demás quisieron alcanzarlo.
Lo malo de que no haya cielo es que no verán la inercia de sonrisas que con su fuerza aquí dejaron.
Ojalá existiera, aunque fuera por un instante, para decirle a quien vivió de forma honrada y valerosa que valió la pena. Ojalá existiera por un instante para mostrar a los que no se lo ganaron que estaban equivocados.
Por eso, si somos capaces de distinguir lo que es humano y bondadoso de lo que no, convertirlo en causa por la que vivir y expresar con gratitud cuando lo sintamos en nosotros, no importará que no haya cielo, porque nada habrá más alto.
Unos creerán y otros no. Mientras unos verán en él el descanso merecido tras la vida, otros veremos solo un lugar lleno de estrellas. Si es así, por fin estaremos viendo lo mismo. 

De la creatividad a la ordenatividad

Al principio todo era caos, una masa desordenada e imperfecta…“¿Qué puedo hacer con ella? No sé lo que voy a hacer,pero haga lo que haga lo voy a hacer bien.”
Demiurgo
Todo está creado, todo existe y de lo que hay no hay más. Quizás esta afirmación puede resultar algo angustiosa, retar a nuestra libertad y sentir que nos deja sin misión alguna… o, y esta es mi propuesta, quizás se trate de un tremendo alivio y un escaparate tan abierto a posibilidades que si bien no llegara a ser infinito se nos haría inabarcable.
Cuando producimos algo nuevo decimos que creamos algo. Pero, ¿se trata de una creación o de una ordenación? No seré yo quien cambie el diccionario, pero tampoco quien se limite a él . Mi propuesta es el cambio de la palabra creatividad por ordenatividad.
No se trata de un capricho excéntrico, sino de un cambio de visión que creo que, si lo asimilamos, puede tener consecuencias importantes y positivas en nuestra forma de ver el mundo y actuar en él.
El ser humano tiene dos “defectos” maravillosos: la subjetividad y la necesidad de dar una respuesta a todo. Subjetividad porque cada uno es único y lo máximo que podemos hacer es interpretar; necesidad de respuesta como algo emanado del miedo y que nos impulsa a dar una contestación a los interrogantes más allá de que sea cierta como forma de control que alivie la incertidumbre.
Y son maravillosos porque es ahí donde nace la creación. Una creación es una respuesta única y particular a una pregunta.
Así, si queremos crear, necesitamos de un lado el interrogante y del otro confiar en que nuestro cerebro hallará una respuesta… y lo hará porque está programado para ello. Ahora bien, ¿dónde encontrar las preguntas? En todos lados, en todos los sitios donde no las hayamos respondido ya.
Se trata de una clara invitación de la vida a salir de nuestro entorno habitual, de nuestro territorio de certezas, a pesar del miedo que eso nos pueda generar. Y es que la creatividad (más adelante le cambiaremos el nombre) requiere de ese “susto” inicial de no saber. La creación -amplío- es la reacción a la angustia de no tener la respuesta.
La creación es la reacción a la angustia de no tener la respuesta.
De la creatividad a la ordenatividad.
El Chupa-Chups, por ejemplo, ¿se creó o fue el resultado de poner un palo junto a un caramelo? El palo y el caramelo ya existían, solo faltaba que Enric Bernat los reubicara.
Cuando Platón habló en boca de Timeo para describir la creación del mundo, habló más bien de un genio ordenador, un artesano, que de un creador. “Al principio todo era caos, una masa desordenada e imperfecta” y el Demiurgo la ordenaba. Seamos Demiurgo. No es de extrañar que Steve Jobs, por su parte, dijera que “crear es conectar”. Conectemos.
América ya existía, pero los europeos no la descubrieron hasta que se subieron a tres barcos, el ingenio de Newton necesitó de un día de sol que le llevó a cobijarse bajo un manzano y Arquímedes solventó el problema de la corona del gobernador de Siracusa gracias a la inspiración que le dio un baño. Y es que es al conectar con el entorno cuando nace la inspiración, preguntas que sacan las respuestas que llevamos dentro hasta llevarnos al momento “eureka” 
¿Cuántas veces hemos sentido que al juntarnos con una persona salía todo nuestro ingenio, nos volvíamos más divertidos o parecíamos ser mejores? ¿Cuántas veces encontrarnos en un nuevo lugar nos ha llevado a un viaje interior de reflexiones tan nuevas como placenteras?
Algo parece claro: si aceptamos que A + B = C, y queremos un resultado nuevo (una creación), necesitaremos añadir nuevas letras. No hay mayor enemigo de la creatividad/ordenatividad que el estatismo, la rutina y la cabezonería. Es fundamental que interactuemos con el entorno, para encontrar lo que en este hay y para que salga lo que en nosotros se esconde.
No hay mayor enemigo de la ‘creatividad’ que el estatismo, la rutina y la cabezonería. 
¿Qué hacer?
  • Establecer más relaciones con las personas y el entorno
  • para producir nuevas influencias, experiencias y conexiones
  • que generen nuevos estímulos, motivaciones y preguntas,
  • configurando un marco nuevo de oportunidades y posibilidades
  • que den lugar a nuevos aprendizajes y respuestas.
Todo está creado y no se puede crear más –decía-. Lo que nos queda ahora es ordenar lo creado. Nuestra libertad no reside pues en la creatividad, sino en la ordenatividad, en lo que hacemos con lo que tenemos. Y tenemos mucho, muchísimo, dentro de nosotros y fuera, en la naturaleza, en los demás. Solo “mezclándonos”, saliendo, conectando, conociendo, diciendo SÍ, abriéndonos,etc., se producirán cosas nuevas fruto de increíbles combinaciones entre lo que nosotros somos y lo que hay. Hagamos que ocurran cosas. Reordenemos el mundo.
Solo aceptando que la innovación y el despertar del ingenio son frutos de la reordenación de lo que ya existe dejaremos de invocar a las musas desde nuestro rincón para salir al mundo, mezclarnos y disfrutar de los inconmensurables regalos de la vida.

Lo que el artista necesita

“No cuestiones su compromiso con la misión. No sirve de nada que le sugieras amablemente al artista que se busque un trabajo diario para llegar a fin de mes, o rendirse, o sentar la cabeza, o bajar el listón. El artista piensa en esto todos los días, y no necesita que le recuerdes que puede sacrificar su vida y su sueño por un empleo mejor para poder permitirse más lujos y cachivaches industrializados.
Cuando haya finalizado el trabajo, no cuestiones las tácticas, sobre todo si no te pregunta. El momento de devanarse los sesos para encontrar la mejor manera de interactuar con el mercado es mientras se está creando el arte, no cuando ha fracasado. Por otra parte, es perfectamente adecuado que le preguntes al artista si quiere hablar sobre cómo aumentar las probabilidades de que su público entienda mejor su arte.
Es inútil que intentes tranquilizar al artista. Nunca serás capaz de tranquilizarlo suficientemente como para que supere el abismo constante que conllevan cada decisión, cada proyecto y cada táctica. Un artista necesita que lo confortes asegurándole que ha elegido un camino loable y que le hagas saber que cuenta con tu apoyo. Pero la tranquilidad sobre su trabajo debe nacer en su interior. La mejor pregunta que puedes hacerle a un artista es: «¿Cómo vas a conseguir que funcione?».
Intenta diferenciar entre las críticas que el arte suscita en una persona (tú) y la difícil comprensión empática que despierta en las demás. Tal vez no te guste a ti, pero no es justo generalizar y decir que no le va a gustar a nadie. Si no eres capaz de entender la obra desde el punto de vista del público, quizá sea mejor que no digas nada.
El artista necesita que le demuestres un compromiso inquebrantable con su misión. Este es el precio más alto que tienes que pagar por estar con un artista y apoyarlo, y sí, probablemente puedes invertir aún más tiempo, pasión y dinero para hacerlo. Parte del apoyo a esta misión consiste en empujar al artista a ser más comprometido, no menos; en empujarlo a demostrar más concentración, agudeza y singularidad, no menos.
(…)
El artista no necesita que le ofrezcan una escapatoria para evitar crear arte. No necesita que le recuerden la realidad, o los abogados, o las normas, o incluso las leyes de la física. El artista simplemente necesita que lo animen, lo engatusen y lo apoyen para crear un arte mejor.”
Seth Godin, El engaño de Ícaro.

Tu mejor CV es tu personalidad.

Que nos pregunten ‘qué quieres ser de mayor’ y respondamos con una profesión dice mucho acerca de en qué nos hemos convertido. No se trata de una pregunta sobreentendida, sino de una sutil creencia de que somos lo que producimos.
Los títulos están muy bien y en ocasiones son imprescindibles, pero lo que realmente marca la diferencia es tu forma de ser. Viajar, leer, escuchar, visitar centros culturales, conciertos, abrirse al amor, compartir con los amigos o ayudar a los demás es mucho más enriquecedor que cualquier diploma y, sin embargo, menos tenido en cuenta. Hay quien puede pensar que todo eso no es prioridad si buscas un trabajo –pues no se pone en el currículum-, pero la cara y los ojos no engañan: a las grandes personas todo el mundo las quiere cerca, ya sea en un trabajo o en un bar.
El desarrollo profesional es solo una rama del desarrollo personal, una matrioska pequeña dentro de una matrioska grande. Limitar el aprendizaje a las capacidades o habilidades laborales y olvidarse de ensanchar como seres humanos es volar demasiado bajo, algo así como aprender todo lo posible sobre barcos, pero nada sobre el mar: un marinero en tierra. Insuficiente.
¿Cuánto tiempo dedicas a obtener títulos? ¿Cuánto dedicas a ser mejor persona?”.
Se habla de unas nuevas generaciones sobrecualificadas, pero yo sigo viendo gente que no dice buenos días al llegar a la oficina o que no te ayuda porque a él no le pagan por eso. Somos una sociedad muy preparada si se entiende que somos máquinas de producir, pero somos humanos,¡joder!, y ahí no estamos tan preparados.
Todo lo que pongas en tu CV lo podrán poner muchos otros. Siempre habrá, incluso, quien pueda añadir más idiomas que tú, más experiencia que tú y más referencias que tú. ¿Por qué iban a elegirte a ti? Si quieres destacar de verdad, trabaja en ser una persona maravillosa que todo el mundo quiera en su equipo, aunque luego no seas tan bueno haciendo algo. La gente alegre, humilde, proactiva y optimista aprende rápido.
Creo que la tendencia que, ya no el mercado en particular, sino el mundo en general reclama, no es a la especialización productiva, sino al pleno desarrollo de las potencialidades humanas. Dicho de otra forma: el futuro es ser una persona cojonuda. Un mundo cada vez más inteligente no obvia que la máxima expresión de la inteligencia es la bondad y la humanidad.
Hoy en día, el mayor elemento diferenciador no es que seas capaz de producir mucho y bien. Eso muchos pueden hacerlo. El elemento diferenciador es que seas una persona íntegra y noble, pues a eso pocos están dispuestos.
¿Cuánto tiempo dedicas a obtener títulos? ¿Cuánto dedicas a ser mejor persona?
El blanco no es solo un color. Es también ese espacio que queda cuando le preguntas a alguien: “y después del máster, ¿qué vas a hacer?”.
El primer motivo de sacarse más títulos no es siempre estar más cualificado, es rellenar el tiempo hasta que algo aparezca. El que de verdad quiere ser bueno en algo pasa horas en la biblioteca, comprando libros en Amazon, yendo a conferencias o seminarios y rodeándose de gente lúcida. Es lo que cada uno hace al salir de clase lo que mide quién espera a que le encuentren y quién sale a la búsqueda; quién espera ser el escogido y quién decide ser el que escoge.
En un mundo de consumismo, el momento favorito son las rebajas: conseguir lo máximo con lo mínimo. Llevamos un estilo de vida en demanda. Es decir, nos ponen los requisitos y tratamos de responder ante ellos. No damos lo que podemos, damos lo que nos piden. Así funciona el sistema de CV. Hay que dar siempre más de lo que te piden. Por eso la gloria no se la llevan los que dicen “a ver si llego”, sino los que dicen “a ver hasta dónde puedo llegar”.
Hay una ley entre los atletas que dice que si quieres saltar 2 metros, tienes que imaginar que el listón a 2,10, o que si quieres correr más rápido los 100 metros debes hacerlo como si la meta estuviera 5 metros más adelante. Lo mismo ocurre con los karatecas que rompen ladrillos, deben poner el foco del golpe más abajo del último bloque para romperlos todos. Es pasarse para llegar o, como titula Fernández Pujals en su último libro, apunta a las estrellas y llegarás a la luna.
A las grandes personas todo el mundo las quiere en su equipo.”.
No soy muy dado a contar historias mías en esta web porque creo que lo más importante es el mensaje y lo que cada uno extraiga y no el autor. Pero como creo que esta anécdota puede inspirar, la voy a contar a pesar de mí.
Hace tres años, antes de dejarlo todo para dedicarme a mi verdadera pasión, yo estaba trabajando en una buena agencia de comunicación y publicidad. Cuando hablé con los “jefes”, me ofrecieron mejoras cualitativas y cuantitativas si seguía. Hablando con una de mis compañeras, “jefa” también, y una de las personas más extraordinarias que he conocido, le dije: “No entiendo cómo podéis querer que me quede. Yo no puedo dar el cien por cien en algo que no amo. Me sorprende que no me hayáis echado antes –bromeé –”. “¿Sabes por qué? –me dijo–. Porque nos haces sonreír cada mañana”.
Quizás pienses que ser una gran persona no vale la pena. Si tu argumento es “a mi no me pagan por ser una gran persona, me pagan por producir”, definitivamente eres un robot. Si lo único que te interesa es ganar dinero, tú no eres un hombre, tú eres una tarjeta de crédito. Y si eres emprendedor y trabajas para ti, debes saber que hoy la calidad no importa tanto como el carisma, el liderazgo o la confianza.
quizás pienses también que solo triunfan los egoístas o los cabrones, que hace falta ser un león y que este mundo es una selva. Todo depende de lo que entiendas por triunfar. Si para ti triunfar es tener dinero, coches, chicas o chicos, casas, y que hablen de ti en la tele, o si para titriunfar es ser una persona extraordinaria de los pies a la cabeza.
Así que, ya sea tu profesión o tu sueño pensar, tocar el piano, bailar o jugar al fútbol, deja de trabajar para ser bueno de cabeza, manos, cadera o pies y empieza a trabajar para ser bueno de corazón, porque aunque parezca que no produce nada, es de donde parte la sangre que riega todo lo demás.
Invierte en desarrollo personal. Lee mucho, viaja, trabaja tus defectos, rodéate de ambientes interesantes, elimina la basura de tu vida, trabaja la humildad y el amor, escucha, enfádate con la pereza, suda, curioséalo todo… No pienses tanto en los títulos y conviértete en una persona de calidad, porque a las grandes personas todo el mundo las quiere en su equipo.
Tu mejor CV es tu personalidad.

Hoy prefiero salir a ganar

“Hoy prefiero salir a ganar a quitarme de en medio”, decía el gran Quique González en uno de sus temas. Es un canto al carisma, al esfuerzo y a las ganas de comerse el mundo; una canción que sin duda recomiendo y a la que solo el título mejora: De tanto que lo intenté.
Debemos aprender a ganar, a ganar de verdad. Para ello tenemos que entender bien qué significa, ya que estamos contaminados por un entorno competitivo que ha sometido el término a una mera cuenta de resultados.
Cuando en una empresa se dice que hay que “maximizar beneficios” –lema del capitalismo que nos envuelve- se refiere a incrementar los ingresos, no a mejorar el mundo ni a formar mejores personas (lo cual, por cierto, incrementaría los ingresos). En el colegio se nos pregunta qué nota hemos sacado, no qué hemos aprendido. En una entrevista de trabajo se mira antes los títulos y dónde hemos trabajado que nuestras capacidades.
Visto así no parece raro que el diccionario de la RAE no incluya hasta su acepción número diez, el significado de “mejorar, medrar, prosperar”. Antes, alusiones al sueldo, a la competición o a la superioridad respecto a otro.
La victoria real no es una competición, no es ganar al otro. Necesitamos tener nuestro propio marcador. Tener la copa no te hace mejor. La victoria es una consecuencia que no está en nuestra mano de algo que sí: el esfuerzo, el empeño y el corazón.
La victoria es una consecuencia que no está en nuestra mano de algo que sí: el esfuerzo, el empeño y el corazón.
La libertad y valía del hombre está en qué hace con las circunstancias, pero nunca podrá controlar las consecuencias.
Propongo el paso de una actitud competitiva a otra de desarrollo personal. Bien es cierto que siempre se ha dicho que la competitividad mejora el producto, pero no menos cierto es que también baja el precio. La mejora no debe ser para superar a nadie, es un acto individual de crecimiento.
¿Por qué importa interiorizar esto?
Este cambio de concepto es importante porque la mayoría de nuestros miedos personales nace de vivir en el paradigma de la comparación y la competitividad. ¿Cuántas cosas dejamos de hacer por el qué dirán o pensarán, por no fallar, por si no nos aceptan, etc.?
Quizás fueron aquellas voces que nos dijeron que no éramos lo suficientemente buenos o aquellas otras que nos vieron increíbles las que nos llevaron a querer demostrar que los unos se equivocaban o que los otros estaban en lo cierto. Como si las palabras siempre fueran ciertas, como si nos definieran para siempre, como si no pudiéramos cambiar, como si no pudiéramos escribir nuestro sino. Vivimos bajo el yugo de los adjetivos, y con él seguimos tirando como bueyes que siempre serán bueyes.
En el momento en que actuamos para otros, para demostrar, perdemos el foco de lo que realmente importa, nos limitamos y entramos en la esfera del miedo.
Sé por la noche mejor de lo que eras por la mañana.
Cómo perder el miedo
El miedo se pierde saliendo del mundo de la competitividad, ese que solo mide resultados, y adentrándose en el de la cooperación y el del crecimiento personal, ese que mide el esfuerzo y la mejora individual. No se trata de ser mejor que el de al lado, ni de demostrar nada a nadie, sino de ser por la noche mejor de lo que eras por la mañana. Eso es ganar. Que el esfuerzo conduce al éxito es una frase tan cierta como prohibida para quienes no tengan un concepto adecuado del éxito.
El miedo se pierde con la humildad. A veces nos creemos tan guapos y tan buenos que no sacamos  a bailar a la persona que nos gusta por si nos rechaza y pone en jaque nuestra opinión de nosotros mismos. No hay que creerse nadie, ni nada, ni mejor, ni peor… acabemos con los raseros. Toda calificación y adjetivo tiene su opuesto, por lo que al usarlos se crea una escala en la que se puede empezar a medir o comparar.
Está bien tener referentes, pero mejor si estos en vez de personas son principios nobles. No quieras ser alguien concreto, no te limites, acepta el maravilloso misterio de descubrir quién puedes llegar a ser. De este modo convertirás la vida en un intrigante y emocionante juego de desvelo en el que cualquier cosa es posible. Elige bien los fines, sueña, entrégate con esfuerzo y alma y encomiéndate al destino… Y todo irá bien.

La excepción que no tiene la regla

Destacar está penalizado. ¿Quién se anima a mirar más allá cuando aprendemos que asomar la cabeza es la forma más posible de que nos la corten? ¿Quién quiere ser la excepción cuando ya se hizo la regla?
Existe una fuerza natural que nos empuja a permanecer compactos y homogéneos. Somos ese puzle social donde la irregularidad da lugar a vacíos, donde es más sencillo encajar una pieza ‘regular’que una de lado ‘sobresaliente’. Paradójicamente, es en la facilidad y no en la dificultad donde este juego rompe-cabezas… Cabezas llenas de sueños, talento y potencial.
Pero a fin de cuentas, si en un puzle todas las piezas fueran iguales, no habría dibujo que valiera la pena.
A pesar del refrán, lo que en verdad tenemos interiorizado es que en la variedad está el disgusto. No gusta ni lo muy bueno ni lo muy malo, gusta lo igual. Y así pasa, que en un campo de flores ninguna quiere secar y en un campo seco ninguna quiere florecer.
De forma instintiva y natural, la diferencia es vista con sospecha. Desconfiamos de lo desconocido, de ‘lo que no es como yo’ o lo que ‘yo no conozco’. En ese temor está la pérdida. Padres que dicen a sus hijos qué camino seguir porque es el que conocen y ‘más seguro’, mil advertencias de peligro a quien quiere explorar, muchas maneras de decirte “no lo intentes” por parte de quienes no lo hicieron…
Y así pasa, que en un campo de flores ninguna quiere secar y en un campo seco ninguna quiere florecer.
Nosotros Vs Nosotros mismos: 
Vivimos en una batalla y, como siempre, es nuestra obligación buscar la paz. A un lado, el cálido principio de conexión e integración con el grupo. Necesitamos encajar porque hemos aprendido que juntos tenemos más opciones de sobrevivir. Al otro lado, ese impulso de singularidad y variedad por el que reclamamos nuestra independencia y especialidad.
Situación: Ser uno más Vs ser tu mismo.
Solución: Ser uno más que es uno mismo.
El entorno nos influye siempre, la diferencia está en si nos alimenta o nos consume, si nos anima a crecer o nos deja menguados, si aviva nuestro fuego o nos reduce a cenizas.
Todos tenemos desde que nacemos aspiraciones y junto a ello un gran potencial. Dejando a un lado lo imposible, lo lejos que llegamos depende de las cuerdas que nos atan.
A martillazos
Siempre me fascinó aquel juego de las salas recreativas en las que unos topillos asomaban la cabeza mientras tratabas de atizarles con un mazo. El waka-mole, que así se llama, está presente en muchos momentos de nuestra vida: ¿Cuántas manos no se levantaron en clase aún sabiendo la respuesta? ¿Cuántas malas palabras a quien quiso subir nota? ¿Cuántas cosas geniales no hacemos o decimos por el ‘qué dirán’?
Si la mirada de nuestro entorno no es sana, aparecen las envidias, recelos, críticas, presiones y malos consejos de quien erradamente ve como un enemigo al diferente. Peor aún, sin embargo, es cuando dejamos de hacer las cosas como mejor podemos por evitar esas reacciones. La lógica es clara: muerto lo bueno se acabó la envidia. Jamás.
La lógica es clara: muerto lo bueno se acabó la envidia. Jamás.
Del precio a pagar a la inversión de ser tú
La vida es un regalo inmenso donde sobrevivir es solo la mitad, el cinco en un examen. No sé vosotros, pero yo para un cinco ni me presento…
No te conformes con una media nota, aspira a la excelencia y sube la nota media. Es posible que algunos te desprecien – un cinco es la nota más alta cuando nadie saca más –. Sal de ahí ya.
¿Y si eres la oveja blanca en un rebaño negro?
No abandones tus sueños por ser uno más. No ocultes lo que te hace especial bajo un traje de camuflaje. No te apartes de esa luz que te alumbró solo a ti desde que naciste y te dijo que correrías grandes aventuras. Es duro salir de nuestra madriguera cuando sabes que si lo haces te atizan como a aquellos topos. Perder el grupo es lo más doloroso, más incluso que perdernos a nosotros mismos, pues preferimos casi cualquier mal antes que la soledad.
Reniega de la mediocridad y el conformismo. No siempre contarás con el apoyo. Habrá incluso quien te vea como un hereje y tus aspiraciones puedan ser entendidas como una traición en un círculo que te desafía con una mirada que calla pero amenaza con que “si te vas no vuelves”. A fin de cuentas, somos gente de gente, “animales asociados” que sienten que te pierden cuando quieres ir más lejos.
Si tu grupo mata tu singularidad, aniquila tus ilusiones o reduce tus capacidades, entonces no era tu grupo. Parte en paz.
Sé tú, sé único, raro si hace falta. Sé una excepción y serás excepcional.