domingo, 12 de julio de 2015

Si tu quisieras

Si tú quisieras te regalaría mis buenos días sin importarme quien de los dos fue el último en darlos. Si tú quisieras te desayunaría a besos y sonrisas, con la única condición de que el segundo turno sea para mí.
Si tú quisieras me cogería de tu mano y te arrastraría a todos los sitios a los que siempre he querido llevarte, lugares mágicos, más mágicos aún si puedo disfrutar de tu compañía.

Si tú quisieras te ofrecería mis mejores días, esos en los que todo son risas y carcajadas, siempre y cuando te quedes a mi lado en los grises y me abraces como nadie más sabe hacerlo.
Si tú quisieras te prepararía el café como te gusta: solo y con dos cucharadas de azúcar listo para tomar, pero te tocaría a ti preparar las tostadas.

Si tú quisieras podría convertirme en tu mejor confidente, tu mejor baúl para que guardes todos tus secretos y una experta en espantar todos aquellos fantasmas que te impiden avanzar.

Si tú quisieras te mimaría en las mañanas de ibupofreno que le siguen a las noches de desenfreno con tus amigotes, siempre que me mimes y me prepares pizza en las mías.

Si tú quisieras sería la mujer que siempre has visto en mí, con las pinceladas de niña caprichosa que ya conoces, y mis peleas internas por estar siempre a la altura de las circunstancias.

Si tú quisieras te dejaría conocer la parte más frágil de mí, esa que no le he presentado nunca a nadie.
Si tú quisieras aguantaría cual campeona a tus amigos en cada reunión que organicéis, aunque como venganza tendrías que acompañarme a una tarde de rebajas.

Si tú quisieras dejaría que me refugiaras en tus brazos cuando sienta que no puedo con todo y te dejaría acompañarme mientras me sumerjo en todas las películas romanticonas que tenga por casa.

Si tú quisieras podríamos superar juntos los obstáculos que nos encontremos por el camino, porque estoy convencida que mis días serían más llevaderos a tu lado, y los tuyos al mío. Porque si tú quisieras la distancia que nos separa sería insignificante si la recompensa somos nosotros, ya lo hemos comprobado.

Porque si tú quisieras arriesgarte comenzaríamos a vivir nuestra historia, la de verdad, en la que solo somos nosotros. La historia en la que me miras y a mí me tiemblan las piernas, esa en la que te cojo la mano y tú te olvidas de todo. La historia de la unión de tus piezas y las mías. Claro que habría dificultades pero tú me mereces la pena, porque si tú quisieras yo estaría aquí contando los días para verte, esperando que llegue la noche para escuchar tu voz.

Si tú quisieras yo no tendría que seguir con mi vida como si tú no hubieses pasado por ella, fingiendo que no me acuerdo de ti y fingiendo que no me muero de ganas de llamarte para decirte que lo intentes, que nos merecemos esa oportunidad.

Si tú quisieras yo no andaría intentando olvidarte y no evitaría hablar de ti (por lo que pueda pasar).

Si tú quisieras saltar yo saltaría contigo todos los días de mi vida, porque si tú quisieras te querría de la mejor forma que sé e inventaría una nueva todos los días si fuese necesario.

Porque si tú quisieras yo también querría.

Entraste en mi vida

Entraste en mi vida como un huracán disfrazado de brisa, sin hacer ruido pero revolviéndolo todo, haciéndome reír con tus ocurrencias y con tu sentido del humor. Con el silencio ficticio del batir de las alas de una mariposa.
Entraste en mi vida esa tarde, cuando te saludé mirándote a los ojos y tuve que girarme de nuevo para volver a mirarte. Quizás fuera ese el momento en que me enamoré de ti: esa primera tarde en que te saludé.
Ese vértigo que sentí al volver a verte después de tantas conversaciones 2.0. Vértigo del que tuve que esconderme porque no podía encontrar el valor para saludarte sin parecer una idiota nerviosa y atolondrada, casi como una adolescente novata. Vértigo que sigue afectándome.

Redescubrirme contigo, llorar sin remedio mientras me río a carcajadas contigo, bailar mientras te beso, cantarte una canción en silencio, solo con los ojos, desafinando con el corazón que está aprendiendo a querer. A quererte a ti. Enfadarme cuando me pinchas, incordiarte mientras tanto. Picarte de cuando en cuando y que me sueltes una ocurrencia de las tuyas. Abrazarte en mis días tristes y que me consueles. Tenernos a ratos y querernos a todas horas.

Que el nudo que siento en el pecho cuando te veo se hace más y más grande cuando te pienso, tanto que ocupa mi estómago y mis pulmones y el aire que contienen lleva tu nombre, que sale en forma de un suspiro. Un suspiro susurrado para mí, con su propia melodía producida por el tambor de mi corazón. Nudo que se vuelve gigante cuando me seduces y te seduzco.

Y por eso te digo: sedúceme con tu mente, con tus palabras, con tu risa. Sedúceme con tu cuerpo, con tu boca y con tus manos. Sedúceme con tu labia, con humor, con tu risa. Hazme arder con tu mirada, con tus besos y caricias. Hazme arder con tu cuerpo en llamas.

Derríteme entre tus brazos, encima de ti o debajo. Elévame hasta las estrellas, envuélveme con tu fuego, quémame, llévame al cielo. Apágame, consúmeme pero no dejes que las ascuas de la fogata dejen de chisporrotear.
Vuelve a infundirle vida, como solo tú puedes, como solo tú sabes. Y vuelve a elevarme, llévame a arder a otra galaxia, a mi cuerpo, a mi mente, a mí. Que yo te llevaré conmigo, a que ardamos juntos en nuestro cielo particular.
Hazme bailar, de arriba abajo hazme bailar, como nunca antes había bailado. De forma tan intensa, de forma tan todo solo por bailar contigo. Hazme el amor, que yo te lo haré a ti.

Abrázame y hazme girar. Contigo, con tu olor, con tu tacto y con tu piel. Con tus besos y caricias. Haz que mire al cielo y gire sonriendo mientras extiendo los brazos que yo haré lo mismo por ti.

Prometo ser un interruptor en la posición de encendido, marcar varias velocidades contigo y dejarme llevar. 

Prometo llevarte conmigo a otra dimensión, en la que ardo contigo y ardes conmigo, construyendo historias.
Hagamos magia con estas historias.

el miedo que me das

No me da miedo caminar a oscuras, ni quedarme sola en casa. No me dan miedo las alturas, ni los monstruos de debajo de la cama. No me dan miedo las pesadillas, ni las agujas. No me dan miedo los cementerios, ni la niebla, ni la velocidad… Y es que los miedos más comunes son los que realmente menos miedo me dan.
Me da miedo no encontrarte nunca, me da miedo perderme y con ello no encontrarme a mí. Me da miedo no sentir pena si te marchas, me aterra que te quedes y yo no esté. Me da miedo buscarte y esperarte y que tú no vengas nunca. Me da miedo que nunca llegues a abrazarme ni a llamarme. Me da miedo que pase mucho tiempo intentando que esto funcione y que el problema que tenemos, no tenga solución. Me da miedo cruzarme contigo y no verte, me da miedo que desaparezcas de repente, o lo que es peor, que aparezcas. Me da miedo soñar contigo y no querer despertar. Me da miedo que me rompas y que me olvides. Me da miedo llorar y que no valga la pena. Escribirte cartas, dedicarte canciones. Me da miedo que existas y no saberlo. Me das tanto miedo que cada vez que siento que estás ahí salgo corriendo.
Tengo la esperanza de que un día por fin me atreva a ponerme frente a ti, cara a cara y que al hacerte frente, todo ese miedo que me das desaparezca sin dejar rastro. A tocarte lentamente, olvidando que si me ganas acabaras conmigo. No te prometo nada. Pero si te veo algún día intentaré tirar por la ventana todo ese miedo que me das.

Si algún día volvemos a encontrarnos

Hay tanto que podría decirte…
Quizás era el destino, puede que haya estado escrito que era ya nuestra hora y teníamos que separarnos.
Es una posibilidad. Y también lo es que nuestros caminos se vuelvan a encontrar. 
Realmente lo creo así. Hoy estamos a miles de kilómetros, o quizás puede que seamos vecinos. Hace mucho que no sé de ti, pero te pienso. Cuando paso caminando fuera de tu antiguo apartamento, o cuando voy a los lugares que solíamos frecuentar. No pienso todo el tiempo en ti, ya no. Tampoco espero que vuelvas a mis brazos mañana y nos amemos con la intensidad que sentíamos.
Solo es que algo adentro de mí me habla de ti, de que no te puedo olvidar. Me marcaste profundamente. He tenido otros amores, pero ninguno como tú. Tan pleno, tan constructivo, tan hermoso. Con altos y bajos me enseñaste de lo que realmente se trataba el compromiso. Pero no era el momento en el que nos teníamos que encontrar. Por ahora, teníamos que crecer más, que hacer nuestras vidas separados. No ocurrió nada malo, simplemente no calzábamos en ese espacio tiempo en el que nos destinaron a conocer.
DanielleGrantVictoriaEngagement24Pero estoy segura de que la vida nos va a dar una segunda vuelta. A veces pienso cómo será el momento en que nuevamente me encuentre frente a ti, frente a tu sonrisa amplia y tu mirada perdida. Tu cabello alborotado y tus sueños ridículos, de todos los colores, porque así eres tú: una persona colorida, vivaz.Pienso en ello y sé que te necesito en mi vida, tan en tonalidades grises. Quiero más de ti.
Si algún día volvemos a encontrarnos, que sé que será así, es que no te quiero alejar de mi vida nunca más. Quizás, lo que deberíamos ser es amigos, quien sabe. No me importa, sé que moriría solo por un nuevo abrazo tuyo. Por no dejarte alejar nunca más, y ser la mejor versión de mí… porque sin ti, no tiene gracia.
Quiero estar de nuevo junto a ti.

miércoles, 8 de julio de 2015

Esta carta es para el chico que amé y que no se quedó conmigo






Tal vez jamás leas esto y si lo lees, ni siquiera pensarás que es de ti de quien hablo.

Ya nada importa y hoy me he tomado el tiempo necesario para poder dejarte ir con esta carta. Tuve la fortuna de tenerte, aunque fuese por sólo por un momento. La vida me dio la oportunidad de poder encontrarme contigo y aunque aquello que casi ni alcanzó a comenzar ya ha terminado, me he quedado con las ganas de decirte que aún te quiero. Me he quedado con todo: con tus suspiros , con los momentos, con mi corazón hecho pedazos por una historia incompleta.

Sé que nunca más volveré a vivir un amor como este y creo que ha llegado el momento de decir que a veces pienso que no lo di todo. Amor, me faltaron tantas cartas por darte, cartas que aún conservo. Me faltaron muchísimos besos que nunca le he dado a nadie, porque los conservo para ti. Me faltaron tantas frases, conocer a tus padres, ir a tu casa y gritar cuánto te amaba. Me faltó despertarte con una llamada, sólo para decirte que te extrañaba, me faltó quererte más, me faltó enamorarte, enamorarnos. Nos faltó seguir juntos.

Porque eso éramos tú y yo: estar juntos, sentirnos libres y sobre todo, ser quien éramos sin que nos importaran los demás. Quererte me hizo bien y aunque querernos me rompió el corazón no dudo a la hora de saber que siempre tendrás parte importante de él. Fuiste el único capaz de hacerme feliz y creo que no pude evitar sentir demasiado miedo. Era algo a lo que no estaba acostumbrada.

Poco a poco comencé a huir de ti, como si hubieses sido el culpable del dolor que sentía. Supongo que es inevitable, es lo que siempre hago cuando comienzo a amar profundamente. No me detuviste, tampoco me seguiste, simplemente me dejaste ser libre, escoger lo que quisiese. Hoy tan sólo me queda darte las gracias, porque a pesar de todo me amaste y permitiste que te amara como nunca lo había hecho. Te deseo la mejor de las suertes y espero que vuelvas a encontrar el amor. Yo, por mi parte, seguiré guardando este amor dentro de mí, porque incluso si nuestro momento nunca llegó, sé que fuiste justo lo que necesitaba en el momento que lo necesitaba.