domingo, 31 de enero de 2016

La chica con la sonrisa triste

Se miraba al espejo y rompía a llorar.
Rompía todo, y a todos.
Decía que no podía más, 
Que se le habían roto las alas 
de las luchas contra los vientos.

Decía que no podía más, 
pero seguía ahí, de pie.
Con las manos frías 
y el corazón temblando.
En sus ojos se podía apreciar el miedo que tenía;
Mejor dicho en sus ojeras.

Y cada día reía,
Y por las noches moría,
Muerte en vida, 
vida que es muerte.
Ni quería cuidarse 
ni que la cuidaran,
Por sí sola decía que se valía,
Pero cómo se engañaba.
Se drogaba con promesas que nunca cumplía,
Y siempre decía que la culpa
era del resto.

Pasaba los días en las calles 
y las noches en los bares,
Bebiendo para olvidar, 
pero de lo que no se daba cuenta,
Era que así, 
Solo conseguía ver doble,
Y tener resaca los domingos.

Afirmaba que no creía en el amor 
pero nunca lo había probado.
Y soñaba con salir de aquellas cuatro paredes
que la tenían presa.
Aunque era libre.
Libre dentro de su jaula.

Y es que detrás de esa tristeza, 
se encontraba la alegría.
Si la observabas bien, podías verla asomar
Entre sus dientes al reír, 
Pero debía de tener miedo a salir.
Y prefería quedarse allí escondida.

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