Querido:
Una vez más me enfrento ante un folio sin más armas que una pluma que desenvaino en tu nombre, una pluma dispuesta a verter toda la tinta que le queda, dispuesta a desgarrar mi corazón con el único fin de exprimir todo lo que siento en cuatro líneas, cuatro líneas que solo quieren decir dos palabras que mis labios no osan pronunciar por miedo a un no, por miedo al adiós, por miedo a perder lo poco que tengo, por miedo a perder tu amistad.
Los días tristes y lluviosos como hoy no puedo evitar empuñar mi arma para enfrentarme a mis miedos en este campo de batalla donde mancho de negro cada recoveco, cada esquina del folio. Pero en las guerras no hay ningún ganador y como en esta batalla los dos bandos sufren, por eso cuando andes entre la tinta derramada encontraras mis lágrimas, mi dolor y mi amor, ese amor padre de sonrisas y madre de lágrimas, ese amor que me hace cobarde y me obliga a esconderme tras un folio, pero también un amor en el que busco valor para decir dos palabras, dos palabras que cuando las diga cambiará todo, dos palabras que me pueden hacer feliz o desdichado, dos palabras poderosas, dos palabras que solo son una frase, dos palabras simples para lo más complejo, dos palabras que solo son un “Te quiero”.
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