domingo, 8 de septiembre de 2013

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Cuando la pena dejó de inundar tú corazón y tú mano tiró de la mía en silencio, sin que ese esfuerzo enrojeciera nuestra piel,  ambas manos se unieron en un solo movimiento, suave y fuerte.
Parecía que llegar arriba iba a ser imposible, pero alcanzamos nuestro objetivo.
Luego ya caminando sobre tierra firme, no recordábamos quien había tirado de quien lo único que importaba era que habíamos salido los dos.
Tras unos instantes de respiración acompasada, el sonido de unas letras me hizo recordar que existía más de una forma de comunicarse.
Por un momento me había sentido como alguna de aquellas mujeres ancestrales, que eran capaces de comunicarse a través únicamente de sus mentes entre hilos invisibles de locuacidad donde la palabra era un lujo innecesario, donde la voz se usaba sólo para emitir sonidos que hoy nos sonarían al canto de un pájaro.
Cada uno puede entender el mensaje de este post de una forma diferente, en realidad yo al releerlo he encontrado varios, pero de todos me quedaría con uno:
A veces tengo miedo de que mis palabras no sean suficientes,
no sean claras,concretas o precisas,
tengo miedo de que sean demasiado tímidas, incluso cobardes y por eso no se atrevan a salir.
No importa si esas palabras las susurro, las arrastro, las silencio, las grito, las digo o las escribo. 
Por eso supongo que mientras escribía, mi subconsciente ha dado con la solución, transmítelas.....
solo eso, sin miedo a equivocarte.

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