domingo, 31 de enero de 2016
Pedazos
Me hundo. No puedo más. ¿En qué momento de mi vida decidí perderme de esta manera? Ya no me acuerdo... tanto tiempo, tantas heridas que borraron los recuerdos que me rompieron en mil pedazos. Y hoy necesito escribir. Escribirte. Escribirme. No sé ya cómo salvarme. Son preguntas al mundo... preguntas sin respuestas que grito a un vacío y solo me devuelve mis dudas, repetidas por el eco. Necesito un respiro, un descanso... no soy dueña de mí misma, si no de mi propia mente que ya no soy capaz de controlar. No tengo nada, nada a que aferrarme... porque todo al fin y al cabo se va. Me deja. Sola. Ya no soy yo. No se quién soy. No se como salir de aquí. Estar con la sonrisa falsa las 24 horas y los 7 días de la semana... rompiéndome por dentro, gritando en silencio... porque nadie me escucha. Tampoco serían capaces de entenderme. ¿Cómo le explicas a alguien el asco a ti misma? ¿Cómo le explicas a alguien que ducharte y verte reflejada en el espejo es el peor castigo que tienes? No saben ni la mitad de lo que sufro. Ver a las demás chicas... y pensar: "joder, ¿por qué no puedo ser así?" tener miedo de ti, de tu mente, de tus inseguridades. No poder hacer callar a esas voces que solo existen en tu cabeza y que no se van... que son cómo una pesadilla de la que no despierto... y más aún, el terror que se siente al pensar que no vas a poder salir. Porque... al fin y al cabo soy pedazos. Miles de pedazos rotos imposibles de reparar. Que el miedo a las noches... el miedo que sientes cuando estás sola, en la oscuridad y tu mente solo sabe gritarte que no sirves. El terror, la angustia y la impotencia que sientes al no saber callarlas, al no poder dormir porque no dejan de sonar en tu cabeza como la canción preferida que en ese mismo momento una chica tiene en "replay". Que no puedo. No puedo ser tan fuerte. La paciencia y las fuerzas se agotan. Siempre me merecí esto. Supongo que me lo busqué yo sola por haber nacido así de débil y gilipollas. Que creo que ya es mejor desistir, que nadie me va a lanzar ya un salvavidas a este mar de mierda en el que me ahogo. No se vivir así. No puedo... me hundo. Soy pedazos, pedazos de inutilidad... Lo siento. Luchar día a día por salir de este agujero y solo hundirme más y más, haber hecho todo lo posible e imposible que podía darte algún rayo de esperanza, y no conseguir nada. Necesitar partirte en más pedazos aún. Acabar con todo y poder decir: soy libre. Porque hoy por hoy solo soy pedazos. Muchos pedazos. Irreparables.
Necesito a alguien
¿Qué pasaría si desapareciese del mundo? No hablo de ninguna tragedia, ni tan siquiera de muerte. Me refiero a un estado de total desconexión, casi como si hubiese desaparecido, o como si la tierra me hubiese tragado.
¿Qué pasaría con esa gente que dice apreciarme? ¿En realidad me extrañarían, o seguirían como si nada con sus vidas? Quizás me pregunte esto porque puede que mi mayor miedo sea la soledad. Y aunque ahora mismo estoy sola, mi temor es no encontrar a alguien que me consiga esa desconexión del mundo y que a su vez, sea el hombro que ahora mismo necesito. Que me levante el ánimo en momentos como éste. Que me diga que estoy preciosa con mi cabello revuelto mientras me recién levanto de la cama. Que adore mis kilos de más, mis arrugas prematuras y mis hoyuelos sobre marcados.
Un amigo, un confidente... Una pareja. Quizás se me quite así todos los males que tengo.
¿Qué pasaría con esa gente que dice apreciarme? ¿En realidad me extrañarían, o seguirían como si nada con sus vidas? Quizás me pregunte esto porque puede que mi mayor miedo sea la soledad. Y aunque ahora mismo estoy sola, mi temor es no encontrar a alguien que me consiga esa desconexión del mundo y que a su vez, sea el hombro que ahora mismo necesito. Que me levante el ánimo en momentos como éste. Que me diga que estoy preciosa con mi cabello revuelto mientras me recién levanto de la cama. Que adore mis kilos de más, mis arrugas prematuras y mis hoyuelos sobre marcados.
Un amigo, un confidente... Una pareja. Quizás se me quite así todos los males que tengo.
¿AGUANTARÉ MÁS O RECAERÉ?
Siento que soy menos fuerte que antes. Es verdad, lo noto cuando cualquier cosa, por mínima que sea, me preocupa. Cuando cualquier situación que me recuerde a aquellos días me mata desde dentro, desde donde no puedo defenderme. No entiendo nada. Mi vida... no la puedo llamar vida. Estoy muy confundida. Hay momentos en los que desearía morirme, y en cambio sonrío para pasar desapercibida... o simplemente me encierro en mi mundo. Soy consciente de que hay personas que están peor que yo pero... no puedo soportar volver a pasar lo mismo. ¿Exagero? No lo se. Sé que tengo recuerdos malos y que me da miedo revivirlos, y también se que esos recuerdos no son nada comparados a las situaciones de otras personas. Pero yo soy débil, tan solo me hago la fuerte. No se cuanto tiempo seré capaz de aguantar esto, de aguantarme a mi misma, de aguantarlo todo. Tengo miedo de decirselo a la gente, se que hay personas que me apoyarían profundamente. Ya me lo demostraron en otras ocasiones pero, no quiero preocuparles, y sobretodo me da vergüenza admitir que vuelvo a estar mal. Se que a ellos no les gusta la idea que ronda por mi mente, a mi tampoco. Pero sin embargo, esa idea es como las cicatrices. Se cura, pero no se elimina.
Miedos
Era un lugar frío. Y oscuro, muy oscuro. Mirase donde mirase todo eran tinieblas. No sabía como había llegado hasta allí, y lo peor, no encontraba salida. Estaba asustada, sentada en un rincón de aquella inmensidad. Sus brazos rodeaban sus piernas y su cara se escondía sobre ellas. Temblaba, su cara pálida y sus labios cortados pedían piedad, su voz rota y casi inaudible rezaba por el fin, sus ojos vidriosos reflejaban el pánico. Se levantó para seguir buscando un camino que le hiciera salir. Era tan sumamente frágil, cada paso que daba parecía que se iba a romper. Frenó en seco, respiró profundo tres veces, como si de un ataque de ansiedad se tratase, y echó a correr desesperadamente una vez dada media vuelta. Chocó contra una pared, la golpeaba violentamente mientras sus gritos doloros rompían sus cuerdas vocales. "Dejadme vivir, dejadme vivir" repetía constantemente mientras dejaba sus manos en aquella pared. Derrotada volvió a sentarse, exploró y nadie le seguía ya. Estaba tan agotada que sin darse cuenta se quedó dormida, llevaba uno, dos, tres días quizás sin dormir. Siete horas después abrió los ojos de un sobresalto, seguía presa en ese terrorífico zulo. Y a su lado, dormían todos todos sus mayores temores. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se encontraba habitando en su propia cabeza, porque el miedo no existe en otro lugar que excepto en la mente
Miedos
Era un lugar frío. Y oscuro, muy oscuro. Mirase donde mirase todo eran tinieblas. No sabía como había llegado hasta allí, y lo peor, no encontraba salida. Estaba asustada, sentada en un rincón de aquella inmensidad. Sus brazos rodeaban sus piernas y su cara se escondía sobre ellas. Temblaba, su cara pálida y sus labios cortados pedían piedad, su voz rota y casi inaudible rezaba por el fin, sus ojos vidriosos reflejaban el pánico. Se levantó para seguir buscando un camino que le hiciera salir. Era tan sumamente frágil, cada paso que daba parecía que se iba a romper. Frenó en seco, respiró profundo tres veces, como si de un ataque de ansiedad se tratase, y echó a correr desesperadamente una vez dada media vuelta. Chocó contra una pared, la golpeaba violentamente mientras sus gritos doloros rompían sus cuerdas vocales. "Dejadme vivir, dejadme vivir" repetía constantemente mientras dejaba sus manos en aquella pared. Derrotada volvió a sentarse, exploró y nadie le seguía ya. Estaba tan agotada que sin darse cuenta se quedó dormida, llevaba uno, dos, tres días quizás sin dormir. Siete horas después abrió los ojos de un sobresalto, seguía presa en ese terrorífico zulo. Y a su lado, dormían todos todos sus mayores temores. Fue entonces cuando se dio cuenta de que se encontraba habitando en su propia cabeza, porque el miedo no existe en otro lugar que excepto en la mente
Tengo ganas de estar triste
Tengo ganas de estar triste. De abrazar a mi almohada y soltarle todas mis tonterías a base de puñetazos. Tengo ganas de llorar. Llorar gritar y que nadie me diga que voy a despertar al resto. Tengo ganas de perderme. Perderme y no saber encontrarme. Tengo ganas de taparme con la colcha hasta la cabeza, y no ver nada de lo que estoy rodeada. Tengo ganas de estar triste. Tengo ganas de desahogarme. De encerrar mis miedos en una caja que pueda volver a abrir cuando quiera,cuando este preparada. Cuando este preparada para aprender de ellos.
miedo a que todo cambie
No sabria explicar esta sensación. La sensación de morirte de ganas de hacer algo, y no hacerlo. Siempre soy partidaria de decir a todo que sí, partidaria de vivir nuevas experiencias, por raras que parezcan, por que sé que de todas, absolutamente de todas y cada una de esas experiencias, voy a sacar algo positivo, aunque el final no sea como el que yo esperaba...Pero...¿Por qué hay cosas que no nos atrevemos a decir? Hablar y transmitir nuestros sentimientos, a veces, también es arriesgarse y yo parece que no estoy dispuesta a asumirlo. Esa sensación, la de quedarte con las ganas de hacer algo, de decir algo, por miedo. Miedo a que todo salga mal, a que tus palabras provoquen un cambio que no deseas, miedo a que no sientas lo mismo...Y eso que de todo se saca algo positivo....
La chica con la sonrisa triste
Se miraba al espejo y rompía a llorar.
Rompía todo, y a todos.
Decía que no podía más,
Que se le habían roto las alas
de las luchas contra los vientos.
Decía que no podía más,
pero seguía ahí, de pie.
Con las manos frías
y el corazón temblando.
En sus ojos se podía apreciar el miedo que tenía;
Mejor dicho en sus ojeras.
Y cada día reía,
Y por las noches moría,
Muerte en vida,
vida que es muerte.
Ni quería cuidarse
ni que la cuidaran,
Por sí sola decía que se valía,
Pero cómo se engañaba.
Se drogaba con promesas que nunca cumplía,
Y siempre decía que la culpa
era del resto.
Pasaba los días en las calles
y las noches en los bares,
Bebiendo para olvidar,
pero de lo que no se daba cuenta,
Era que así,
Solo conseguía ver doble,
Y tener resaca los domingos.
Afirmaba que no creía en el amor
pero nunca lo había probado.
Y soñaba con salir de aquellas cuatro paredes
que la tenían presa.
Aunque era libre.
Libre dentro de su jaula.
Y es que detrás de esa tristeza,
se encontraba la alegría.
Si la observabas bien, podías verla asomar
Entre sus dientes al reír,
Pero debía de tener miedo a salir.
Y prefería quedarse allí escondida.
Rompía todo, y a todos.
Decía que no podía más,
Que se le habían roto las alas
de las luchas contra los vientos.
Decía que no podía más,
pero seguía ahí, de pie.
Con las manos frías
y el corazón temblando.
En sus ojos se podía apreciar el miedo que tenía;
Mejor dicho en sus ojeras.
Y cada día reía,
Y por las noches moría,
Muerte en vida,
vida que es muerte.
Ni quería cuidarse
ni que la cuidaran,
Por sí sola decía que se valía,
Pero cómo se engañaba.
Se drogaba con promesas que nunca cumplía,
Y siempre decía que la culpa
era del resto.
Pasaba los días en las calles
y las noches en los bares,
Bebiendo para olvidar,
pero de lo que no se daba cuenta,
Era que así,
Solo conseguía ver doble,
Y tener resaca los domingos.
Afirmaba que no creía en el amor
pero nunca lo había probado.
Y soñaba con salir de aquellas cuatro paredes
que la tenían presa.
Aunque era libre.
Libre dentro de su jaula.
Y es que detrás de esa tristeza,
se encontraba la alegría.
Si la observabas bien, podías verla asomar
Entre sus dientes al reír,
Pero debía de tener miedo a salir.
Y prefería quedarse allí escondida.
EXTRACTO CON TACTO DE LO NO ESCRITO
...Porque ando
en plena batalla
Con rehenes de
Palabras que se
Esconden
tras una muralla
Murmurando
Ecos
en mi cráneo seco
Dibujo de algún desierto
Sembrando mi propio oasis
Recogiendo sin quererlo
extraños espejismos...
en plena batalla
Con rehenes de
Palabras que se
Esconden
tras una muralla
Murmurando
Ecos
en mi cráneo seco
Dibujo de algún desierto
Sembrando mi propio oasis
Recogiendo sin quererlo
extraños espejismos...
Introduccion
En todas las personas que aparecen en nuestros sueños...
Pero que no conocemos en el mundo real...
Quizas no son producto de nuestra imaginación...
quizas fueron personas que, al intentar escapar del mundo real...
sus almas en un intento de encontrar un sitio al cual aferrarse...
quedaron atrapadas en nuestro subconsciente.
En el mundo de nuestros sueños...
Y así comienza esta historia....
Pero que no conocemos en el mundo real...
Quizas no son producto de nuestra imaginación...
quizas fueron personas que, al intentar escapar del mundo real...
sus almas en un intento de encontrar un sitio al cual aferrarse...
quedaron atrapadas en nuestro subconsciente.
En el mundo de nuestros sueños...
Y así comienza esta historia....
te encontrare...
Un solo roce, un solo momento podría acercarme hacia el amor
podría acercarme al lugar donde voy.
Congelada en el tiempo parece que estoy buscando el calor que el frio me quito,
atrapada en un sueño que no tiene fin, lo encontrare, te encontrare...
Dias que son años, y parecen eternos
He intentado estar sola, ser como soy, si pudiera encontrar
algo para mi corazón...
Estaba invisible en la oscuridad
preguntándome por que me atrape en el ayer.
La puerta cerre y el amor ignore
porque estaba dolida, hundida en dolor.
Quisiera dejarlo ir y ahora que vuelve a mi.
podría acercarme al lugar donde voy.
Congelada en el tiempo parece que estoy buscando el calor que el frio me quito,
atrapada en un sueño que no tiene fin, lo encontrare, te encontrare...
Dias que son años, y parecen eternos
He intentado estar sola, ser como soy, si pudiera encontrar
algo para mi corazón...
Estaba invisible en la oscuridad
preguntándome por que me atrape en el ayer.
La puerta cerre y el amor ignore
porque estaba dolida, hundida en dolor.
Quisiera dejarlo ir y ahora que vuelve a mi.
sábado, 30 de enero de 2016
SOY DIFÍCIL Y LO SÉ…
No sabes cuánto lamento ser tan difícil, cuánto lamento que así lo pienses; difícil es la palabra con la que me puedo definir en este momento, pero debes saber que esto va más allá de mí, en la vida nada me ha sido fácil y cuando alguien me presenta algo como esto, tan fácil, no me lo creo, necesito sentir ese reto que toda la vida se me ha presentado.
Este amor que proporcionas es tan sencillo, fuera de mi zona de confort, esa en la que he permanecido durante años; sé que soy difícil en cuanto a mi forma de pensar, soy un alma vieja llena de cicatrices por doquier, enjaulada en un cuerpo de adolescente, difícil de tratar porque no me presento tal cual soy ante nadie, porque estoy llena de escudos, porque me encerré en este cuerpo. Sé que también soy difícil de querer porque soy diferente, porque no puedo dejarme querer como cualquier persona; eso es porque me gusta el desafío de la diferencia y no lo ordinario, de saber que no soy igual a los demás y que a mí no se me quiere como a cualquier persona.
2
Difícil de soportar, de soportar mis arranques de la nada, mis estados de ánimo de un momento a otro, soportar que siempre debata contigo porque tus respuestas de acuerdo a tus sentimientos no me convencen del todo, no son lógicos para mí, no es lógico el querer a una persona sólo por verla, sin algún conocimiento ni contacto previo con ella, no es lógico que quieras a alguien de una manera como tú lo haces…
Esa manera tan tuya de dar todo sin preámbulo alguno, volar tan alto sin importarte lo alto que te encuentres aun sabiendo que la caída será inevitable y que entre más vueles más te dolerá; ese instinto de guerrero que tienes, la protección que brindas hacia alguien más; es acogedora, ahí entre tus brazos, en los cuales me has tratado de refugiar tantas veces, mismas a las que me he negado. No es que no haya querido permanecer ahí, pero me lo muestras tan sencillo que me da miedo siquiera tocarte, que no tenga el valor de soltarte de nuevo y así con esto me destroces con tu ausencia, como tantas veces lo han hecho.
Y es que a pesar de la burda experiencia que tengo en ausencias, aún no me acostumbro a ellas, aún no me acostumbro a esta soledad que de repente de la nada, sin más, invade todo mi cuerpo y todo lo que soy de un momento a otro y sacude tantos recuerdos que vienen a mí, con lo solitaria que me encuentro… Es extraño, no es la soledad lo que me pesa, en realidad es la falta de valor para enfrentarla…
Créeme que sé lo difícil que soy.
LO SIENTO PERO TENGO MIEDO DE ENAMORARME
Soy demasiado joven. Estoy perdida y tengo miedo. Miedo de que me quieras demasiado o de que no lo hagas lo suficiente.
Me levanto pensando en ti aunque no me hables. Es de noche, más de lo mismo. Podría hacerte una lista con todos mis miedos pero tengo tantas ganas de pensarte, que si la hago me daría la sensación de estar perdiendo el tiempo.
A veces pienso que no eres lo que estaba buscando y otras veces creo que sí. Pero me inspiras y eso es bueno. Ojalá pudiese saber si estoy enamorada o no. Ojalá. Pero como no puedo simplemente voy a dejarme llevar.
Y me repetiré a mí misma todo el tiempo: no podrás hacerme daño porque he pasado por cosas peores.
No paro de preguntarme a mí misma si algún día me despertaré a tu lado y si eso me va a gustar. También pienso en tus novias anteriores. Sí, lo sé. Soy demasiado insegura… ¿pero en el amor quién no lo es?
Ya nada tiene sentido sino es contigo, y si es contigo el camino me asusta. No sé qué dirección escoger porque ambas me causan inseguridad. He aprendido a amar mi silencio y mi soledad.
Es demasiado temprano para aprender a quererte. Por eso te pido que me ayudes.
Tengo miedo de ti, pero sobretodo de mí misma. Llegas en un momento en el que todavía estoy aprendiendo a quererme y cuando esto termine, porque todo tiene su fin, voy a volver a rechazarme.
También sé que estoy siendo demasiado negativa y sobretodo, egoísta conmigo misma, porque no me doy la oportunidad de descubrir nuevas cosas y de aprender nuevas lecciones de vida.
Pero ya no tengo ganas de pensar en positivo. Solo quiero quererte como si no hubiese un mañana.
De la misma forma en la que te digo esto te diría que no tengo miedo a vivir, tengo miedo de que nada me impresione. Tengo miedo de no poder ser yo misma. Miedo a todo y a nada a la vez.
Creo en el amor pero sé que es difícil mantenerlo y no voy a ser lo suficientemente fuerte para hacerlo. Al menos no en este momento. Quiero vivir, por una vez en mi vida, sin preocupaciones. Y el amor supone una preocupación para mí.
Suena demasiado contradictorio, pero contigo no voy a quedarme con la duda. Sí, voy a arriesgarme, por una vez en mi vida voy a hacerlo. No estoy todavía preparada, pero tampoco quiero dejarte ir.
Tengo miedo, en fin, de enamorarme.
Porque solo tengo ganas de esconderme entre tus brazos. Creo que deberíamos de pensar un poco menos y amar un poco más.
Eres tu propio enemigo
Ser enemigo de uno mismo es experimentar sentimientos de rechazo frente a lo que somos, pensamos y sentimos. Ejercer una crítica mordaz y sobredimensionada frente a todo lo que hacemos.
Sabotear cualquier oportunidad que aparezca para estar mejor o ser más feliz.
No hay amor sin odio, como no hay odio sin amor. Ambos sentimientos son como la noche y el día: la cara y el sello de la misma moneda.
Hasta en los afectos más tiernos y transparentes siempre hay ráfagas, o bocanadas, de odio. Esto se debe a que toda forma de amor implica alguna dosis de insatisfacción. No existe el amor perfecto, porque no existen seres humanos perfectos.
Amamos y nos aman de manera defectuosa. Eso es aplicable también al amor que sentimos por nosotros mismos: nunca es tan completo, como para que no quepan dudas, ni aparezcan fisuras.
Lo que sí resulta claro es que entre más consistente sea ese amor propio, mejor es el amor que podemos sentir por los demás.
Pero ¿qué pasa cuando en lugar de amarnos, nos odiamos a nosotros mismos? ¿Qué pasa cuando actuamos como si fuéramos nuestro propio enemigo?
“Ni tu peor enemigo puede hacerte tanto daño como tus propios pensamientos.” -Buda-
Enemigo de uno mismo, ¿por qué?
Lo lógico sería que cada uno de nosotros contara al menos consigo mismo para salir adelante en la vida.
Pero eso no siempre ocurre. Muchas veces es precisamente uno mismo quien se encarga de convertir en un infierno la propia vida.
Nadie nace odiándose. Todo lo contrario. Al comienzo de la vida somos gente que pide todo y no da nada. No tenemos ninguna duda acerca de la legitimidad de nuestras necesidades y deseos.
Pero es precisamente en la infancia donde se comienzan a cocinarse esas abrumadoras fantasías negativas acerca de nosotros mismos, que pueden marcar toda la vida.
Lo que nos lleva a esa fatal convicción es la presencia de una figura que así nos lo hace creer. Se trata de alguien amado y fundamental durante nuestro crecimiento.
El padre, la madre, o ambos. A veces es toda una estructura familiar. O alguien de quien dependemos de algún modo.
Lo cierto es que esa figura, o esa estructura, resultan incapaces para acoger en el amor a un nuevo ser. Generalmente lo que hay es una cadena de desamor: los padres, o la familia entera, repiten lo que ellos mismos vivieron al comienzo de sus vidas.
Casi siempre se mueven en el marco de relaciones en las que prima la indiferencia frente a las necesidades de otros, la tristeza, la vergüenza y la agresividad. Aparecen un sinnúmero de gestos de abandono, o amenaza de abandono, de rechazo.
Silencios duros, negación de los sentimientos. Rechazo y castigo frente a los actos de autoafirmación. Severidad en los juicios y represión de las emociones.
Sobre la base de una atmósfera así, resulta muy difícil contar con las condiciones para edificar un genuino aprecio por sí mismo y por los demás.
El círculo fatal
El desprecio por uno mismo se aprende tanto consciente como inconscientemente. Todos llevamos dentro un cierto componente de impulsos autodestructivos, que crecen y se potencializan cuando el medio los alimenta.
Lo que sigue es, seguramente, una historia difícil. El niño que se hace adolescente y luego adulto, permanece más o menos invadido por sentimientos de tristeza, ira y culpa.
Lo peor es que esos sentimientos tienen un alto grado de indefinición. La tristeza, la ira y la culpa nacen de casi cualquier cosa y se dirigen a todo y a nada a la vez.
Aparecen algunos automatismos en el pensamiento: no puedo, no soy capaz, tengo miedo, no valgo nada, no le importo a nadie.
Eso también se traduce en lo que se siente por los demás: no pueden, no son capaces, tienen miedo, no valen nada, no importan.
De este modo se construye un círculo fatal en el que esa relación nociva que se mantiene con uno mismo, se traduce en una relación destructiva con los demás.
Esto genera malas experiencias que retroalimentan la idea de uno mismo como alguien malo o indigno.
En esa falta de ese amor propio opera el mecanismo conocido como “identificación con el agresor”. Significa que uno termina pareciéndose a aquellas personas que nos han causado un gran daño. Es, por supuesto, un mecanismo inconsciente.
De niños deseábamos amor, reconocimiento y respeto. Pero quizás obtuvimos todo lo contrario. Sin embargo, en lugar de cuestionar esas respuestas, intentamos ser como aquellos que nos rechazaron, nos abandonaron o nos agredieron.
La persona queda atrapada en el espejo. O sea, perpetúa la mirada negativa que alguna vez recayó sobre ella. Internaliza el odio o el rechazo del que fue objeto. Admite como válidos esos sentimientos hacia sí mismo.
En la raíz de muchos problemas comunes, como la depresión, siguen vivas este tipo de historias. Sigue viva esa negativa a evaluar objetivamente lo que nos dijeron o nos hicieron.
Aceptamos pasivamente que sí, que lo merecíamos. Y terminamos cargando con un peso que no nos corresponde.
viernes, 29 de enero de 2016
HAS SENTIDO ALGUNA VEZ QUE TE DUELE EL ALMA
Muchísimas veces he escuchado eso de que después de la tempestad, siempre llega la calma, pero hoy, justo cuando pensé que mi tormenta había pasado, cuando pude asomarme a mi interior y creí todo tranquilo, justo cuanto pensé que había encontrado mi calma, resultó ser que solo era el ojo del huracán.
Les ha pasado que en lugar de ver un rayo de sol al amanecer, solo ven más, y más nubes que enturbian la vista, que hacen que todo se vea oscuro, gris, triste, tratas de mover esas nubes, tratas, según tú de alejarlas, para seguir con tu vida “normal” con tu vida “feliz”, pero resulta que cada nube, cada viento frío es provocado por las lágrimas de tu interior, o sea, tú misma estas propiciando tu frío y hostil contexto, pero aunque lo intentas, no puede evitarlo, simplemente no puedes.
Hoy es uno de esos días para mí, esos días en que respirar te duele, y el alma te pesa, esos días en que fácilmente podrías tener una nubecita lloviéndote encima todo el tiempo, aun así traté de levantar la cabeza para continuar, pero al hacerlo me di cuenta que estaba empapada en llanto, de nuevo el recuerdo de mi pasado “perfecto” me persigue, de nuevo lo veo en la sonrisa del cartero, en la mirada del chofer, en las manos de mi jefe, de nuevo me tocó recordar a ese amor perfecto al que se le olvidó despedirse.
Una tormenta de bellos recuerdos siempre terminan convertidos en llanto, comienzas a desmenuzar el futuro que habías soñado a su lado, comienzas a desbaratar, las promesas que quedaron sin cumplir, y aquí viene otro dicho falso, eso que dicen que el tiempo lo cura todo, hoy tampoco me sirve, pues ya hace mucho que te fuiste y hoy me volviste a lastimar el alma.
Sin embargo tu rutina sigue, y cada persona que te conoce trata de hacerte sonreír, haces una mueca torcida para que no se sientan mal por su fallido intento, pero no puedes esbozar una sonrisa aunque lo intentes, hoy es de esos días que ni mil palabras por segundo podrían hacerte sentir mejor, a veces quisieras decir que cerraran la boca y solo te abrazaran, pero no lo dice, pues temes romper en llanto incontenible, pues de muy buena fe tratan de hacerte sentir bien, pero solo quieres ese abrazo, el abrazo de él es el único que hoy puede juntar todos tus pedacitos y reconstruirte el alma derrotada que estas cargando.
El peor sabor del día es que debes seguir con tu vida, como si nada pasara, como si tu sonrisa fuera sincera, debes seguir tu día con la melancolía rasgándote las entrañas, con el monstruo del recuerdo alimentándose de cada lágrima que te tragas, pues estas cansada de que te juzguen por llorar, estas harta de que no comprendan que estas hecha pedazos, ya no quieres ir por la vida explicándole al mundo lo que se siente que te duela el alma.
Y así libras el día, se acaba tu pesada jornada, solo para darte cuenta que al caer el sol, el alma pesa más, y que será una larga noche en donde tendrás que exprimir tus sentimientos para dejarlos en tu almohada en forma de lágrimas, lo malo, no dormirás nada, lo bueno, sabes perfecto que no es un estado recurrente de ánimo simplemente te invadió hoy la melancolía pero mañana estarás bien.
Esa noche te darás cuenta que lo perdiste, pero no fue tu culpa, ni de él, simplemente se acabó lo que había, te darás cuenta que hiciste todo lo que estuvo en tus manos para salvar la relación, para que decidiera quedarse, pero no se puede mendigar por amir, y mucho menos obligar a alguien para que se quede a tu lado, no sabrás el por qué las cosas pasaron así, y por qué ahora que más lo necesitas no está, pero también sabrás que lo que se va, deja espacio para que algo mejor entre, así que te reconfortarás en tu propia melancolía y tu sola reconstruirás tu alma, harás que de deje de doler, eres capaz de eso y más.
Es válido soltar lágrimas hasta inundar la almohada, pues el dolor del alma no es cualquier cosa, y es la única forma que conozco de sobar y eliminar el dolor que produce un corazón roto.
Segura estoy que es la única forma de prepararte para la siguiente vez que te duela el alma, es la única forma en la que tienes esperanza de un nuevo y mejor comienzo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)