martes, 2 de febrero de 2016

Las apariencias engañan: no estoy bien. Ayúdame por favor

Me encuentro en un salón lleno de gente. Las lámparas de araña penden del techo. Un vals suena por toda la estancia gracias a la orquesta. La gente baila, ríe y se divierte. Los largos vestidos danzan por la gran sala. En el centro, yo miro asustada a mi alrededor. Tengo miedo y siento tristeza.
Grito. Grito y grito hasta que se me rasga la garganta. Lloro. Y lloro, y lloro... Me arrodillo y continúo gritando y llorando en ese salón tan concurrido pero tan vacío a la vez.... Nadie me regala ni una mirada.
Tras calmarme, salgo a un balcón cercano. La luna ilumina las copas de los árboles con su trémula luz y sopla un viento frío pero agradable para mí. Entonces él, mi Wilham, se me acerca. Se ha fijado en mi cara congestionada.
-¿Te sucede algo?
-No, estoy bien

*Lo que me gustaría que ocurriera:
-No, no se te ve bien. No estás bien. Ven, sentémonos.
Me lleva hasta un banco de piedra cercano y, en lugar de decir nada, me abraza fuerte y me dice en voz baja: "llora". Y lloro como si no hubiera un mañana. Y, tras calmarme, me separa de sí y me dice:
-Llora en mi hombro siempre que quieres, siempre estaré para ayudarte.

*Lo que en realidad sucede:
-¿Seguro?
-Sí, seguro.
-Entonces, ¿por qué lloras?
-No sé.
-Pues que sepas que no hay quien te entienda -y se va.

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