Y es que todo se reduce a eso: historias que fueron y que no pudieron ser y que en algún momento se perdieron sin saber por qué.
Y es que, por muy triste que parezca; no sabemos cuándo llega el final de una historia hasta que ya no estás en ella y es entonces cuando no hay vuelta atrás. Y por mucho que mires al pasado no volverás a encontrar consuelo en aquel atardecer que os unió en una noche de verano o tal vez en aquel paseo interminable que os hizo dudar por un momento de quién erais para acabar siendo alguien mejor de quién teníais pensado ser.
Y es que todo es así, todo pasa y todo llega, que razón tenían cuando me decían, cuida hoy de lo que tienes, si no quieres arrepentirte mañana. Y así fue, vino el mañana y tu ya no estabas y yo me quedé sola, sentada en aquel banco mirando hacia el mar y no podía evitar acordarme de ti, pero fue entonces cuando me di cuenta de que no podía estar toda la vida sentada en el banco, esperando sola, porque o vendría alguien a sentarse conmigo o yo me levantaría en busca de otro.
Y es entonces cuando comprendí de que nada era para siempre.
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